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Foto del escritorAndrea Moreno

Afirma tu corazón en Jesús | Santiago 5

Lectura sugerida: Santiago 5


«…Fortalezcan sus corazones, porque la venida del Señor está cerca».

Santiago 5:8b NBLA


El último capítulo de la carta de Santiago trata sobre diversos temas y puntos importantes con los que el autor concluye su mensaje principal de todo el libro: cómo desarrollar una fe viva y duradera.


Algunos de los puntos que se abordan en este capítulo son:

  1. Exhortación a las injusticias de los ricos (v. 1-6)

  2. Un llamado a la paciencia a la luz del juicio venidero (v. 7-11)

  3. Exhortaciones para que los cristianos se cuiden unos a otros (v. 12-20)


Con el primer punto, Santiago tiene la intención de llamar a los ricos a tener consciencia de que sus riquezas son solamente terrenales y que, algún día se acabarán (v. 1-3). También reprendió a los creyentes que en ese entonces se habían desviado tanto de la fe verdadera que incluso, se habían convertido en opresores de los más pobres (v. 4-6).


Y en los dos puntos restantes, es dónde nos centraremos en esta reflexión, ya que Santiago hace una alentadora exhortación para que todos los creyentes afirmemos nuestros corazones y esperanza en la venida del Señor: «Por tanto, hermanos, sean pacientes hasta la venida del Señor. Miren cómo el labrador espera el fruto precioso de la tierra, siendo paciente en ello hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. Sean también ustedes pacientes. Fortalezcan sus corazones, porque la venida del Señor está cerca» (Stg 5:7-8 NBLA).


En otra versión se menciona de esta manera: «afirmad vuestros corazones» (RVR60). Y la palabra afirmad viene del griego original «stērizō», que significa: hacer estable, colocar firmemente, fijar, fortalecer, hacer firme, hacer constante, confirmar la mente de uno.


Por lo tanto, el llamado de afirmar nuestros corazones en Jesús y en Su segunda venida, nos invita a fortalecernos de manera firme y constante en Él. Es un llamado a fijar nuestra mente, pensamientos y todo el corazón en esa gloriosa esperanza de una eternidad con Jesús, para que Su regreso a esta tierra se convierta en nuestro mayor anhelo. ¿Cómo podemos anhelar más las cosas eternas, que las cosas de esta tierra que nos atraen tanto día con día? ¿Qué debemos hacer mientras esperamos por Su segunda venida?


Siendo pacientes en la espera

Una de las maneras en las que podemos lograr afirmarnos en el Señor es siendo pacientes cuando se presenten las pruebas en nuestras vidas. La virtud y el fruto de la paciencia es clave para poder enfrentar los distintos desafíos que conlleva el ser un verdadero seguidor de Jesús. En los momentos de aflicción, Santiago llama a sus lectores a recordar el ejemplo de sufrimiento y paciencia que tuvieron los profetas del Antiguo Testamento; y también el ejemplo de Job, quien perseveró durante la difícil prueba que atravesó. Sin embargo, Dios transformó su sufrimiento en gozo. El autor menciona: «Miren que tenemos por bienaventurados a los que sufrieron…» (v. 10-11).

Ciertamente, Dios ha prometido convertir todo sufrimiento terrenal en una gloria celestial y eterna cuando llegue Su momento debido (Ap 21:3-4), ¡pues Él regresará!


«Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero, si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia» (Ro 8:24-25 NVI)


Orando fervientemente en la espera

La oración es otra parte sumamente vital para poder afirmar nuestros corazones en Jesús. Santiago escribe que, si alguno está afligido, que ore. Si alguno está enfermo, que llame a los ancianos de la iglesia para que puedan apoyarle en oración de fe y sanidad. Si alguno se encuentra en pecado, que lo confiese con sus hermanos en la fe para que oren unos por otros, y puedan ser sanados (v. 13-16). Una vida de oración real y activa es lo que alimenta nuestra comunión con Dios y fortalece nuestro espíritu, el cual siempre estará dispuesto para conectarse con Dios en oración, pero debemos ser conscientes de que nuestra débil carne no siempre lo estará (Mt 26:41). Por esta razón es que la oración es llamada una disciplina espiritual.


Para ejemplificar que la oración eficaz del justo —de alguien que está en Cristo es escuchada por Dios y puede lograr grandes resultados; Santiago menciona la ocasión cuando el profeta Elías, un hombre con nuestras mismas debilidades, oró fervientemente para que no lloviera por tres años y también para que volviera a llover. Esto sucedió tal como él lo pidió (v. 16-18). ¡Podemos lograr grandes cosas cuando oramos fervientemente por los motivos correctos!


«Muchas de nuestras oraciones no son efectivas debido a que no son eficaces. Son ofrecidas con una actitud tibia, la cual virtualmente pide a Dios que se encargue de algo que nos preocupa un poco. Una oración efectiva debe ser eficaz, y esto no es porque debemos de persuadir emocionalmente a un Dios reacio, sino porque debemos de ganarnos el corazón de Dios al ser fervientes (eficaces) por las cosas que Él es ferviente (eficaz)». (Guzik)


Un retador mensaje final


Finalmente, Santiago concluye su carta explicando la verdadera motivación que lo inspiró a escribirla: «confrontar a aquellos que se han extraviado de una fe viva para tratar de salvar sus almas de la muerte, al demandarles que no solamente escuchen la Palabra, sino que la practiquen, debido a que una fe viva tendrá su demostración». (Guzik)


Como Iglesia de Cristo, tenemos el privilegio y llamado más grande de todos: compartir la verdad de la Palabra de Dios en amor (Col 4:6, Mt 28:19-20).


«Hermanos míos, si alguno de ustedes se extravía de la verdad, y otro lo hace volver a ella, recuerden que quien hace volver a un pecador de su extravío lo salvará de la muerte y cubrirá muchísimos pecados» (v. 19-20).


Una fe viva se evidencia cuando nos apasionamos por ver almas realmente convertidas a la verdad del evangelio. La Biblia declara de sí misma que es como una espada de doble filo que penetra hasta lo más profundo de nuestro ser, pero que también es viva y eficaz para cumplir el propósito que Dios desea con ella: dar salvación (He 4:12). Por lo tanto, es necesario reconocer que solamente un sometimiento genuino y radical a la Palabra de Dios es capaz de afirmar nuestros corazones en Jesús.



«Oí una fuerte voz que salía del trono y decía: "¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos. Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más"».

Apocalipsis 21:3-4 NTV

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