Vengan, cantemos con gozo al Señor,
Aclamemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
Vengamos ante Su presencia con acción de gracias;
Aclamemos a Él con salmos.
Porque Dios grande es el Señor,
Y Rey grande sobre todos los dioses,
En cuya mano están las profundidades de la tierra;
Suyas son también las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, pues Él lo hizo,
Y Sus manos formaron la tierra firme.
Vengan, adoremos y postrémonos;
Doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor.
Porque Él es nuestro Dios,
Y nosotros el pueblo de Su prado y las ovejas de Su mano.
Este Salmo es un cántico de alabanza que, según se describe en Hebreos 4:7; fue escrito por el salmista David. En el cual, nos invita a adorar a nuestro Dios, Creador de todo el universo y de todo lo que en el habita; incluyéndonos a cada uno de nosotros: la corona de Su creación.
Aunque la prueba de adoración genuina es un estilo de vida en obediencia a Dios, en este Salmo se nos exhorta específicamente a adorarle y «cantarle con nuestras voces» y a «clamarle con júbilo», en compañía de nuestra comunidad y familia de la fe.
¡Le debemos humilde adoración a Dios porque Él nos hizo! La adoración es una obligación que, como criaturas, le debemos a nuestro Creador.
Reflexiona y responde en oración:
¿Es la alabanza y adoración un estilo de vida para ti?
¿Qué nombres y adjetivos que el Salmista utilizó en este cántico, podrías incluir en tu alabanza a Dios?
El tiempo de alabanza y adoración en tu iglesia es una gran oportunidad para obedecer a este mandato de adorar junto a nuestros hermanos. Realmente, ¿aprovechas ese momento?
«Vengan, adoremos y postrémonos;
Doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor».
Salmo 95:6 NBLA
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