¿Adónde me iré de Tu Espíritu,
O adónde huiré de Tu presencia?
Si subo a los cielos, allí estás Tú;
Si en el Seol preparo mi lecho, allí Tú estás.
Si tomo las alas del alba,
Y si habito en lo más remoto del mar,
Aun allí me guiará Tu mano,
Y me tomará Tu diestra.
Si digo: «Ciertamente las tinieblas me envolverán,
Y la luz a mi alrededor será noche»;
Ni aun las tinieblas son oscuras para Ti,
Y la noche brilla como el día.
Las tinieblas y la luz son iguales para Ti.
En la primera parte, leímos cómo David era capaz de adorar a Dios porque él le conocía realmente, y también porque se sentía completamente conocido por Dios. Ahora, David continúa su oración reconociendo que Dios estaba con él en todo momento, lugar y circunstancia. Le adoraba por Su omnipresencia y era abrumado al comprender este gran atributo de Dios.
Cuánto consuelo puede brindarnos saber que la presencia de Dios nos acompaña en todo momento; aún en nuestros momentos más bajos, aún en las peores circunstancias y en el mayor de nuestros dolores. En las buenas y en las malas. Sin embargo, será imposible gozar de Su presencia si no tenemos esta misma certeza y confianza que David tenía.
¿Sabes? Años después de que este Salmo fuera escrito, Jesús vino a hacernos la increíble promesa de que Su Espíritu Santo siempre estaría con nosotros para consolarnos, recordarnos Sus palabras y para guiarnos a toda verdad. Tal como lo asegura 1 Corintios 6:19: «Pero la persona que se une al Señor es un solo espíritu con él» (NTV).
Y recuerda, confiamos en que Dios siempre está con nosotros, no porque le veamos; sino porque le creemos. «Pues vivimos por lo que creemos y no por lo que vemos». (2 Corintios 5:7 NTV)
Reflexiona y responde en oración:
¿Cómo afecta tu estilo de vida saber que no puedes escapar de la presencia de Dios?
Cuando te sientes lejos de Dios, ¿Cómo puedes recordarle a tu alma que Él siempre está contigo?
¿Adónde me iré de Tu Espíritu,
O adónde huiré de Tu presencia?
Salmo 139:7 NBLA
Comments