(Adaptado de El Unigénito Hijo de Dios, p. 5)
En esta historia apreciamos una de las tantas maneras en las que Jesús durante su ministerio quebrantaba importantes normas sociales de su época y cultura judÃa: hablaba con una mujer. Por esta razón, sus discÃpulos se sorprendieron cuando lo vieron hablando con la mujer samaritana. Y no sólo eso, debido a que las mujeres se consideraban sumamente inferiores a los hombres, nadie hablarÃa con una en público, ni siquiera con una mujer de su familia. De igual forma, ningún judÃo le hablaba a un samaritano, y ningún hombre que se respetara a sà mismo hablarÃa con una mujer de tan despreciable reputación, como la de esta mujer.
Pero pudimos leer que para Jesús, «le era necesario pasar por Samaria» (v. 4). La necesidad no era debido a alguna necesidad en particular, sino porque habÃa personas ahà que necesitaban escucharlo; empezando por esta mujer que parecÃa nunca saciar su sed, hasta que se encontró con la Fuente de Agua Viva y Eterna.
Este encuentro nos enseña valiosas lecciones. Una de ellas es que, Jesús ha escogido lo vil y menospreciado de este mundo para darse a conocer verdaderamente (1 Co 1:26-29). A Él no le importa la religión, raza o reputación de una persona. Él está interesado en un corazón que este dispuesto a recibir Su gracia y misericordia, como el de esta mujer.
De igual manera, una vez que aceptamos la gracia del Señor suceden dos cosas en nuestras vidas. La primera es que, cuando probamos y bebemos del agua que Dios nos ofrece, somos finalmente saciados. Ya nada más en el mundo puede llenar ese vacÃo que sólo Jesús satisface completamente.
Y, en segundo lugar, es imposible que esta agua que nos llena plenamente nos la reservemos para nosotros mismos. Es imposible tener un encuentro genuino con Jesús y no contarle a los demás sobre esta maravillosa gracia que hemos recibido y que nos ha alcanzado. Gracias a la samaritana muchos en esa ciudad también creyeron en las palabras de Jesús y fueron salvos (Jn 4:39).
Me encanta cómo Jesús le explica a esta mujer que Él vendrÃa a cambiar la manera en que nos relacionarÃamos con Dios, asà como le explicó también a Nicodemo. Diciéndole: «Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espÃritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que lo adoren. Dios es espÃritu, y los que lo adoran deben adorar en espÃritu y en verdad» (v. 23-24).
Nunca lo olvides:
Jesús es el agua que sacia nuestra sed espiritual para siempre, únicamente cuando mantenemos un estilo de vida de adoración genuina y verdadera. Una relación auténtica con Dios.
Te invito a que puedas reflexionar un momento y responder en oración:
¿De qué manera estás buscando saciar tu sed espiritual? ¿De qué manera buscas satisfacción y plenitud del alma? ¿Has bebido de la fuente de agua para vida eterna?
«…Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna».
Juan 4:13-14 NBLA