Una vez que aprendemos a orar no hay nada que Dios quiera que tengamos que no podamos recibir de Él. Una breve oración puede poner en marcha una nueva manera de vivir separados del pecado y todo aquello que no agrada a Dios.
Estén alerta y oren para que no caigan en tentación.
El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil.
Mateo 26:41 NVI
En la vida cristiana aprender y dedicarse a la oración tiene el potencial de transformar radicalmente nuestras vidas. Debemos reconocer que el pecado es la barrera principal que hace que un cristiano desista de buscar a Dios en oración, este mismo consume el ánimo, la fortaleza y la intención que motiva a una comunión íntima con el Espíritu Santo. La Palabra de Dios nos exhorta en Tesalonicenses: “No apaguen al Espíritu Santo”. Dicha mención es porque no solo trata de querer o aprender a orar sino a cómo se ora, qué se pide y qué debemos esperar bajo la soberana voluntad de Dios.
El Espíritu Santo es quien nos guía e instruye en la vida de oración constante y eficaz. Romanos 8:26 (NVI) dice "Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras".
La lucha espiritual inicia cuando hay oración y cuando hay determinación por dejar de vivir en pecado. Vivir en pecado nunca debe ser la opción del hijo de Dios. En cambio, es necesario saber que se debe combatir contra este y anhelar la vida santa. Este es un principio de obediencia y con ella se demuestra que se ama a Dios.
En el evangelio de Mateo se da la pauta: nadie está exento de la visita del pecado o bien de quien antecede a esta consecuencia, la tentación. Como cristianos proponemos en nuestro espíritu de hombre, un compromiso por querer agradar a Dios y ser sacrificios vivos para Él. Pero cuando hay debilidad en la carne, se apaga al Espíritu de Dios en nuestro ser y nos vemos vulnerables, expuestos y nos volvemos un blanco fácil para el camino de la tentación hacia el pecado.
“Estén alerta y oren”, es el consejo bíblico para evitar el precipicio del fracaso espiritual; la vela en oración es esencial para poder resistir la propuesta del enemigo, que seduce para caer en placeres carnales de cualquier índole. A veces a las personas les ofende el consejo “ORA”, pero esto se da por la falta de experiencia y verdadera comunión en el secreto con Dios. En la oración hay poder, y este es concedido para romper iniquidades, quebrar cadenas y vencer al pecado. La victoria en la vida cristiana no solo se da por decir “creo en Dios”, sino por amarlo, obedecerlo y demostrarlo con nuestro testimonio. La persona que ora es testimonio vivo por una vida de oración escondida y formada en el secreto manifestada en público.
Si pensamos que errar por pecado representa separación de Dios, estamos en lo correcto, pero la esperanza es bienaventurada y el socorro es oportuno. El llamado es confesar nuestros pecados porque Dios perdona y su fidelidad nos alcanza siempre, “Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” 1 Juan 1:8-9 (NVI).
Esta es la clave para entender que a pesar de los errores de nuestra vida, hay solución para encontrar pureza y santidad, integridad y comunión con Dios. Se ora para confesar pecado y así recibir limpieza, no debemos cohabitar con el pecado sino renunciar a este estado por medio de un genuino arrepentimiento.
Dios nunca va a despreciar el quebranto de un corazón que gime por perdón y restauración, la oración de confesión o la renuncia al mal por pecados. Los oídos de tu Padre están atentos y sus manos listas para consolarte con su amor inagotable.
Comments