Desobediencia y caída del hombre
La serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Conque Dios les ha dicho: “No comerán de ningún árbol del huerto”?».
La mujer respondió a la serpiente: «Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto, Dios ha dicho: “No comerán de él, ni lo tocarán, para que no mueran”».
Y la serpiente dijo a la mujer: «Ciertamente no morirán. Pues Dios sabe que el día que de él coman, se les abrirán los ojos y ustedes serán como Dios, conociendo el bien y el mal».
Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió. También dio a su marido que estaba con ella, y él comió. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales.
Y oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día. Entonces el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del huerto.
Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?».
Y él respondió: «Te oí en el huerto, tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí».
¿QUÉ ME ENSEÑA ESTA HISTORIA?
La paga del pecado es la muerte
Para entender la gravedad de este asunto, debemos definir correctamente qué es el «pecado». Pues, es importante que reconozcamos que el pecado cometido en esta historia no es el hecho de que Adán y Eva hayan comido una manzana. En realidad, el pecado fue haber desobedecido a Dios y rebelarse contra Él. Cómo dice David Guzik: «…el árbol no era más que un freno para Adán y Eva. Se les recordó que ellos no eran Dios, que Dios tenía un reclamo legítimo de su obediencia y que ellos eran responsables ante él». Por lo tanto, el pecado es decidir darle la espalda a Dios y no someterse a Su voluntad. La Biblia nos dice que la paga del pecado es la muerte (Ro 6:23), y el significado de muerte en la Palabra de Dios, es: «separación».
Los humanos hemos heredado la maldición del pecado desde que éste entró a la humanidad a través del primer hombre (Ro 5:12). Y debido a esta naturaleza pecaminosa, somos incapaces de salvarnos a nosotros mismos. El pecado nos separa de nuestro creador y nos condena a una muerte, a una separación espiritual y eterna de Él. A partir de ese momento, Adán y Eva fueron expulsados de la presencia y comunión íntima que compartían con Dios (Gn 3:23). Y es así, que inevitablemente surge la pregunta: ¿De qué manera puede el hombre volver al Padre?
Satanás es el padre de la mentira
No es difícil reconocer el estado crítico en el que se encuentra el mundo en el que vivimos. Y como creyentes, debemos ser conocedores y tener la convicción de cuál es el origen y la razón de esto: el mundo ha elegido la mentira por encima de la verdad. Satanás es el padre de todo aquel que ha creído en sus mentiras, o bien, de aquellos que deciden ignorar la verdad de Dios. Jesús dijo en Juan 8:44: «Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio este ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!».
Como pudimos leer en la historia, Eva fue presa de las artimañas y engaños de Satanás; lo cual condujo a que Adán también pecara y que, por medio de él, entrara el pecado al mundo; dándole así cabida al padre de la mentira para gobernarlo. Nuevamente, surge el clamor: ¿Cómo podremos volver al reinado de nuestro Padre celestial?
Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida
Hasta ahora, hemos planteado y conocido el origen que llevó a la caída de este mundo y de toda la humanidad; lo cual nos conduce a la búsqueda de una salvación (o de un Salvador) para tan grande problema. Y, la solución sería revelada unos versículos más adelante en nuestra historia, mediante una promesa que Dios da a Adán y a Eva, mientras Él les da una sentencia por su pecado. Es decir, en un acto de misericordia en medio del juicio, diciéndoles: «Pondré enemistad Entre tú y la mujer, Y entre tu simiente y su simiente; Él te herirá en la cabeza, Y tú lo herirás en el talón» (Gn 3:15). En otras palabras, Dios promete que a través de la descendencia de una mujer, vendría el Salvador del mundo; y Éste sería derrotado temporalmente (en la Cruz del Calvario), pero luego, Él vencería eternamente sobre la muerte y el pecado al resucitar al tercer día de haber sido crucificado; pagando así el precio de los pecados de todo aquel que deposite su fe en Él, y proveyendo el único camino para la Salvación. ¡El único camino de vuelta al Padre, la única verdad y vida: Cristo Jesús! (Jn 14:6).
La primera pregunta que Dios hace en la Biblia fue planteada a Adán cuando intentaba esconderse, preguntándole: «¿Dónde estás?» (Gn 3:9). Claramente, Dios sabía dónde estaba Adán y, en lugar de ser una pregunta intimidante, es una pregunta que revela el corazón de un Padre que anhela que sus hijos conozcan la verdad de su condición caída y perdida; para que, de esta manera, puedan finalmente regresar a Él.
Hoy, te invito a que puedas hacer la siguiente oración si has reconocido tu condición y deseas volver a los brazos de tu Padre: Señor, el día de hoy me arrepiento por mis pecados, hoy reconozco que he vivido separado de Ti y anhelo volver a casa. Te invito a que entres a mi corazón y seas el Señor y Salvador de mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna».
Juan 3:16 NBLA
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