Una de las creencias más populares hoy en día es creer que el secreto del éxito se basa en confiar en nosotros mismos.
Sabemos que cuando estamos en Cristo, es Él quien toma el primer lugar en nuestras vidas, y el egoísmo ya no tiene cabida, sino que desplazamos estos malos deseos, por la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios a nuestras vidas (Romanos 12:1-2).
Al exponer esta frase a la verdad bíblica, vemos que está fundamentada en el “yo”, o en la autosuficiencia, dejando por fuera a Dios y el reconocimiento de su Gracia como medio para alcanzar salvación, pues es Cristo quien nos hace aptos para ejercitarnos en su voluntad, y por consecuencia ser bendecidos (Efesios 2:8-10).
El que tiene a Cristo encuentra su plenitud en Él, y por tanto el hacer la voluntad de Dios, más que una norma, se convierte en un deseo de agradarle a Él y de servir a otros para demostrar Su amor. El vivir constantemente en este ritmo de hacer la voluntad de Dios nos lleva más y más a la dependencia de Él y a obedecer por amor.
Deléitate asimismo en Jehová,
Y él te concederá las peticiones de tu corazón.
Salmo 37:4 RVR60
Aquí deleitarse, es sinónimo de obrar en la voluntad de Dios, y experimentar Su fidelidad, pues Él responde a nuestra fe, cuando decidimos obedecer sobre cualquier otra propuesta proveniente de nuestros propios malos deseos o de este mundo en el que vivimos.
El Rey Salomón, en uno de sus escritos (Proverbios 3:4-6), nos habla de confiar en Dios con todo nuestro corazón. Este es un llamado a limpiar nuestro camino buscando hacer Su voluntad en todo lo que hagamos, bajo la promesa de que Él mostrará el camino correcto, pues Dios tiene un propósito de vida para cada uno de nosotros.
Decide confiar en Dios, aplicar Su voluntad en tu vida diaria, y verás Su fidelidad obrar en medio de la circunstancia en que te encuentres. Descubrirás que no hay mayor gozo que conocer y experimentar la Gracia de Dios en el diario vivir.