A finales de la Edad Media, la Iglesia Católica Romana consolidaba su poder y dominio sobre Europa. Durante estos siglos, la cristiandad fue utilizada como un motivo de unión entre los distintos reinos fragmentados políticamente del viejo continente que estaban bajo la autoridad papal. Este vínculo entre iglesia y autoridad política y económica, se conjugó con muchas prácticas que la Iglesia Católica promovió para su propio beneficio y mercantilización.
Aún con todo esto sucediendo, Dios siempre ha tenido cuidado de su iglesia. Hemos hablado ya de los pre-reformadores, hombres a los cuales Dios se reveló a sí mismo mediante Su Palabra para que predicaran y extendieran Su verdad, centrándose verdaderamente en Cristo y en el evangelio. Sin embargo, hoy profundizaremos brevemente en la vida de Lutero.
Martín Lutero nació en Eisleben, Alemania, el 10 de noviembre de 1483. Nació de padres campesinos, y desde que Lutero era pequeño, su padre deseaba que se convirtiera en un funcionario civil, así que lo envío a estudiar Derecho. Durante una tormenta, rezó a una santa (que luego rechazaría) y se convirtió en monje católico. Este hecho contundente, lo acercó a una vida de monasterio y académica.
A pesar de esto, hubo momentos decisivos en su vida que lo acercaron a la Palabra y lo alejaron de Roma. Lutero siempre mostraba una rigurosidad en sus actividades monacales y académicas, incluso quienes estaban cerca de él creían que tenía problemas mentales y quizá esto era un eco de la necesidad que su corazón tenía de Dios. De pronto, fue enviado en un viaje a Roma y pudo ver de primera mano la corrupción de la iglesia, la venta de indulgencias y la adoración a falsas reliquias que promovían en esta ciudad. Con las inquietudes y preguntas generadas por este viaje, regresó a Alemania y en 1512 se gradúo como Doctor en Teología y sus estudios de la Biblia comenzaron a ser más profundos e intensos. Dos cartas fueron decisivas en su comprensión del evangelio, Romanos y Gálatas. El poder de la Palabra transformó paulatinamente aquello que Lutero creía, y el 31 de octubre de 1517, se clavan en la iglesia de Wittenberg las 95 tesis.
Asimismo, distintos debates con otros académicos de la época, llevaron a Lutero a estudiar la controvertida historia de la Iglesia. A partir de este momento, Lutero se enfrentó contra el poder de Roma durante ciertos concilios organizados por autoridades eclesiásticas y políticas. A partir de estas reuniones y negándose a retractarse de sus 95 tesis, Lutero fue excomulgado de la Iglesia Católica por el papa. Esto no detuvo a Lutero, quien dedicó su vida al estudio de la Palabra y la predicación de la misma.
Lutero reconoció a la Palabra como la autoridad definitiva y también recalcó la verdad de la salvación, que somos salvos por gracia, mediante la fe en Jesucristo. Así que ningún mérito u obra nuestra puede ganarnos la salvación porque Cristo ya se entregó por nosotros en la cruz. Gracias a la exposición de esta verdad, mediante la gracia de Dios, la iglesia vivió una reforma importante; a este importante acontecimiento se sumaron muchos más hombres y mujeres de Dios.
A partir de la Reforma Protestante, se derivan «5 Solas» o principios que guiarían al protestantismo. Estas no son un resumen de las 95 tesis de Lutero, sino un resumen de las verdades no negociables del evangelio. Estas fueron tomando fuerza en los años que precedieron la reforma, y es hasta el siglo XX en que se acuñan juntas.
SOLA SCRIPTURA – SOLO LAS ESCRITURAS
La Palabra fue inspirada por Dios para enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia y es la autoridad máxima de la fe para nosotros como creyentes. Las Escrituras tienen gran valor para nosotros porque es la fuente de la verdad de Dios en medio de un mundo con muchas opiniones y visiones. Lee Salmos 119:9-11, 2 Timoteo 3:15-17, 2 Tesalonicenses 2:15.
SOLA GRACIA – SOLO GRACIA
Durante el tiempo antes de la reforma, los académicos de la Iglesia Católica creían que los creyentes podían participar de la salvación por medio de obras o «cooperando con Dios»; sin embargo, sabemos que la salvación es un don Dios, del cual somos partícipes no por méritos o acciones de justificación, sino por los méritos de Hijo de Dios. Lee Efesios 2:4-10.
SOLO CHRISTUS – SOLO CRISTO
Cristo murió en la cruz, para que nosotros como pecadores, mediante los méritos de Jesús, pudiéramos alcanzar salvación. Solo Cristo salva. La obra de Cristo nos recuerda quién es Dios y nos ilustra el gran plan de redención. No hay otros caminos para llegar a Dios, porque Cristo es el camino mismo. Lee 2 Corintios 5:21, Hechos 4:11-12, 1 Timoteo 2:5.
SOLA FIDE – SOLO LA FE
Esta sola resume la justificación por la fe. La salvación solo puede ser alcanzada cuando ponemos nuestra fe en Jesús, entendiendo que nuestras obras no son las que determinan la salvación. Es necesario entender que la fe es también un don de Dios provista por Dios a través de Jesús. Lee Efesios 2:8-9, Hebreos 12:2, Romanos 3:28.
SOLI DEO GLORIA – SOLO A DIOS LA GLORIA
Si la salvación es solamente por medio de Cristo, su propósito es glorificar a Dios. ¡Solo a Dios la gloria! Todo lo creado, todo lo que vemos anuncia la grandeza de Dios. Él es el creador de todo y merece la gloria. Lee Efesios 1:4-6, 11-12; Juan 13:31-32.
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