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Foto del escritorAndrea Moreno

«Ojos que no ven, corazón que no siente»

Actualizado: 8 jun 2022


¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase? Seguramente, muchas. Tal vez, nunca la has dicho tú mismo, pero es muy probable que, en algún punto de nuestras vidas, todos hayamos actuado conforme a su significado: aquello de lo que no somos conscientes, no puede causarnos algún sentimiento.



“Ojos que no ven…” Antes de experimentar el nuevo nacimiento, nos encontrábamos en tinieblas, nuestro entendimiento estaba enceguecido y evitaba que la luz del evangelio nos fuera resplandecida (2 Corintios 4:4). Nos encontrábamos separados de Dios, quién es la única fuente de todo lo bueno y es sólo en Su Palabra, que hallamos la verdad que nos liberta (Juan 8:32). Es sólo Su Palabra, que da luz a nuestros ojos (Salmo 19:8).


“La exposición de tus palabras nos da luz, y da entendimiento al sencillo.”

Salmo 119:130 NVI


“…Corazón que no siente” Y es hasta qué venimos a los pies de Cristo, que nuestro corazón es transformado y es capaz de brindar ese amor genuino, verdadero y sacrificial a los demás. Es hasta que el amor de Cristo nace en nuestros corazones, que somos capaces de servirnos los unos a los otros, de velar por sus necesidades, de reír, pero también llorar y compartir un mismo sentir con nuestro prójimo.


“…Les quitaré el corazón de piedra que ahora tienen, y les daré un corazón sensible,”

Ezequiel 11:19b RVC


El evangelio: Luz a nuestros ojos, amor a nuestros corazones.


“El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.”

1 Juan 2:10-11 RVR1960


Demos a Dios gracias por la luz del evangelio que nos ha sido resplandecida, porque no vivimos más en oscuridad y porque en su infinita misericordia, Él nos escogió para buenas obras (Efesios 2:10); para ser luz y reflejo del perfecto amor de Cristo en la tierra. Al contrario de esta popular frase, podemos decir que, como hijos de Dios, nuestro Padre nos ha concedido ojos para ver la verdad y corazones para sentir de verdad.


“Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos,”

Efesios 1:18 NVI



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