La torre de Babel
Toda la tierra hablaba la misma lengua y las mismas palabras. Según iban hacia el oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Vamos, fabriquemos ladrillos y cozámoslos bien». Y usaron ladrillo en lugar de piedra y asfalto en lugar de mezcla. Luego dijeron: «Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta los cielos, y hagámonos un nombre famoso, para que no seamos dispersados sobre la superficie de toda la tierra». Pero el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que habían edificado los hijos de los hombres. Y dijo el Señor: «Son un solo pueblo y todos ellos tienen la misma lengua. Esto es lo que han comenzado a hacer, y ahora nada de lo que se propongan hacer les será imposible. Vamos, bajemos y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el lenguaje del otro». Así el Señor los dispersó desde allí sobre la superficie de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por eso la ciudad fue llamada Babel, porque allí el Señor confundió la lengua de toda la tierra, y de allí el Señor los dispersó sobre la superficie de toda la tierra.
¿QUÉ ME ENSEÑA ESTA HISTORIA?
La torre de Babel era un símbolo de soberbia
Recordemos el contexto que antecede a esta historia. Toda la humanidad había sido destruida en el diluvio acontecido y del cual Dios había advertido a todos mediante Noé. Son los descendientes de Noé que sobrevivieron al diluvio, los que constituían toda la humanidad en ese entonces. Y un par de capítulos antes, leemos el mandato que Dios les había ordenado a todos los sobrevivientes: «Y Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dijo: «Sean fecundos y multiplíquense, y llenen la tierra» (Génesis 9:1 NBLA). Esto era todo lo contrario a lo que decidieron hacer.
Ellos desobedecieron al decidir quedarse dónde estaban, en lugar de esparcirse. Y las razones detrás de esta decisión revelan su desobediencia a Dios y el orgullo de sus corazones. También, se cree que ellos desconfiaban de la promesa que Dios les hizo sobre nunca más volver a inundar la tierra (Gn 9:11), y por eso decidieron construir una torre tan alta en caso de otra inundación.
Dios extiende misericordia en medio del juicio
Te preguntarás, ¿por qué Dios tuvo que descender, confundir sus lenguas y forzarlos a que obedecieran el mandato? Y bueno, era para que se diera la división lingüística y geográfica del hombre en ese entonces. También, Dios ejerció el control sobre el poder de su naturaleza caída. Recordemos que esa es la misma naturaleza que Dios intentó contrarrestar al destruir a casi toda la humanidad entera en el diluvio, estableciendo un pacto sólo con Noé y sus descendientes; pues él fue hallado justo e íntegro delante de Dios (Gn 6:8). Sin embargo, la humanidad persistía en rebelarse contra Dios. El hombre no había mejorado nada desde la inundación.
Dios, siendo grande en misericordia y lento para la ira, decide intervenir con este juicio para llevar a cabo Sus propósitos con la humanidad. A partir de ese momento, empezó la división de las lenguas. De igual manera, las familias esparcidas se multiplicarían rápidamente, desarrollando su propia cultura y características distintivas biológicas y físicas influenciadas por su entorno.
Llevar a cabo un acto de misericordia en medio de un juicio es una acción frecuente de Dios que leemos en la Biblia para cumplir Sus propósitos y para el bien de Su pueblo. El ejemplo más claro, es la obra de Cristo en la cruz. «En la Cruz, la justicia y la misericordia de Dios se encuentran».
Y debemos saber que Dios aún sigue haciéndolo con Sus hijos. Piensa, ¿Has podido percibir la misericordia de Dios en alguna situación que pueda parecer un simple juicio o disciplina en tu vida? Un consejo para reconocer fácilmente este accionar de Dios, es mantener tu enfoque en los propósitos eternos de Dios, y no en tus propios planes o pensamientos (Is 55:9). Dios siempre estará mas enfocado en el bienestar eterno de Sus hijos, que en el terrenal.
Todo el que se enaltece, será humillado
Claramente, esta historia nos deja una gran lección de humildad. Tengamos por seguro que Dios no soporta el orgullo, tal como lo dice Lucas 14:11: «Porque todo el que se engrandece, será humillado; y el que se humille será engrandecido» (NBLA). También, la Biblia nos advierte que los de ojos soberbios encabezan la lista de las siete cosas que el Señor detesta y abomina (Pr 6:16-19).
En cambio, Dios promete dar gracia a los humildes. En este contexto, los descendientes de Noé debían ser humildes en adoptar corazones enseñables y someterse a los mandatos de su Dios. Por supuesto que nada toma por sorpresa a nuestro Dios, y todo lo que ha sucedido en la historia y sucede, es por Sus propósitos soberanos. Propósitos que nada ni nadie puede frustrar. Sin embargo, podemos siempre elegir el camino de la humildad y obediencia para alinearnos a Su voluntad agradable y perfecta en cada aspecto de nuestras vidas. Jamás lo olvides, Dios ha prometido exaltar a su debido tiempo a todos los que se humillen bajo su poderosa mano (1 Pe 5:6).
«Contra toda torre alta,
Contra toda muralla fortificada,
Contra todas las naves de Tarsis
Y contra toda obra de arte preciada.
Será humillado el orgullo del hombre
Y abatido el orgullo de los hombres.
Solo el Señor será exaltado en aquel día».
Isaías 2:15-17 NBLA
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