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Foto del escritorLourdes Moreno

¿Prudentes o insensatos?

«Pero el fin de todas las cosas se acerca. Sean pues ustedes prudentes y de espíritu sobrio para la oración».

1 Pedro 4:7 NBLA


Parábola de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13)


El tema central de esta parábola es prevenir al creyente y discípulo de Cristo, a estar preparados para la venida de nuestro Señor. Hace la comparación entre 10 señoritas o vírgenes que esperaban al novio en el día de la boda, cinco de ellas fueron prudentes y las otras cinco fueron imprudentes (Mt 25:2-4).


Los demás detalles que se describen en la historia, como la boda, la procesión nupcial y las lámparas; están organizados acorde a las costumbres de las bodas judías del tiempo de Jesús. Para occidente no es tan familiar la celebración de las bodas de esta forma.


«En el reino de Dios pasará lo mismo que sucedió en una boda. Cuando ya era de noche, diez muchachas tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran descuidadas, y las otras cinco, responsables. Las cinco descuidadas no llevaron aceite suficiente, pero las cinco responsables llevaron aceite para llenar sus lámparas de nuevo».

Mateo 25:2-4 TLA


El aceite tipifica la llenura del Espíritu Santo, y estar llenos de Él. Para esto debemos permanecer en comunión constante con Él por medio de la oración, estudio y meditación de la Palabra, congregarnos, servir, testificar de Cristo a otros, y sobre todo vivir una vida en obediencia a Su Voluntad.


Jesús nos enseña cómo será el día de Su regreso, y qué debemos hacer mientras esperamos ese día. Él nos hace ver la diferencia entre cinco señoritas que fueron sensatas y que sí cumplieron con el deber de cuidar el aceite de sus lámparas, y, en contraste, cinco vírgenes que fueron insensatas y no estaban preparadas para la venida del novio. Ellas buscaron a última hora y desesperadamente conseguir llenar sus lámparas vacías. Pero fue muy tarde cuando decidieron ir a comprar el aceite, pues el novio llegó en ese momento, y solo las cinco vírgenes sensatas y preparadas entraron a la boda, y las cinco insensatas se quedaron fuera (Mt 25:5-13).


Dios nos habla en Su Palabra sobre Su venida, refiriéndose a las bodas del cordero (Ap 19:7-10). Él es el novio y la novia somos nosotros, la Iglesia. Él viene por una Iglesia sin mancha y sin arruga, es decir: santa. El proceso de santificación toma lugar día a día en la vida del creyente, cuando cuidamos nuestra relación con Dios, y nos apegamos a sus mandatos y los guardamos en nuestro corazón. Así crecemos día con día en nuestra relación con Él, pues es la única forma de obtener el alimento espiritual que nos mantendrá fortalecidos en los últimos tiempos que vivimos actualmente.


«No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad».

Mateo 7:21-23 RVR60


Al venir nuestro Salvador muchos dirán: «ábrenos, ábrenos la puerta», y el Señor responderá: «no los conozco». Esto significa que Dios busca tener una relación personal con cada uno de nosotros. No se trata de cumplir con un requisito para llenar necesidades egoístas según nuestros propios deseos en la iglesia, sino de cumplir con Su Voluntad, aún si esta nos incomoda o molesta. Al final Dios conoce lo que es mejor para cada uno de nosotros, y para los que le aman todas las cosas les ayudan a bien (Ro 8:28).


Debemos esperar en las promesas de Su Palabra, y someternos al proceso que nos llevará a conocerle íntimamente, con el fin de buscar Su Voluntad, sabiendo que Él cumplirá sus promesas a su debido tiempo.


«Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados».

Romanos 8:28 RVR60


Finalmente, algunos consejos valiosos que nos ofrece esta parábola son:

  1. Fortalecernos en la comunión con Dios.

  2. Cuidar nuestra comunión nos capacita para soportar las pruebas y tentaciones.

  3. La salvación es personal.

  4. Hacer la voluntad de Dios por encima de la mía es prioridad.




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