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Foto del escritorKathy Andrade

¿Qué dice la Biblia sobre ser una mujer?

«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra».

II Timoteo 3:16 (RVR60)


A través del tiempo, el papel de los medios es fundamental en la formación de opiniones; forjando actitudes, generalizando y «afirmando estereotipos». De igual forma, a lo largo de la historia hemos sido testigos del cambio del rol que se le quiere otorgar a la mujer.


¿Ser mujer es solamente apropiar lo que el sistema otorga?, ¿moda?, ¿maquillaje?, ¿fitness?, ¿empoderamiento?, ¿soltería?, ¿viajes?


Ser mujer es más que demostrar unas a otras cuánto podemos hacer, qué tanto tenemos o podemos en comparación a los demás, o al hombre.


No somos seres absolutos, somos seres complementarios. Hombre y mujer. Por lo tanto, ser una mujer de Dios implica más que conocer una feminidad, o ser una buena hija, sobrina, madre, esposa o jefa. La Palabra de Dios nos instruye en muchas más áreas.


¿Qué es el complementarianismo?

Debemos abrazar la feminidad y el complementarianismo; el cual se opone a la opresión de la mujer y al verdadero liderazgo del hombre sobre ella. De esta manera, se modela la misma actitud que Cristo tuvo con Su iglesia (Rodríguez, 2013), y el verdadero diseño de Dios, sin dejar a un lado el evangelio (Ef 5:25).


Pero, ¿qué es feminidad bíblica?, ¿los versículos claves que hablan de la mujer en la Escritura son suficientes?

«Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad». (II Timoteo 2:15 NBLA)


Este versículo nos muestra que TODA la Escritura es inspirada por Dios y debemos conocerla con precisión; no solamente los versos que tratan acerca de rasgos femeninos como Proverbios 31, Tito 2, 1 Pedro 3:7, Rut, Ester. No obstante, cabe recalcar que aún en estos pasajes se encuentran sus atributos implicados, solamente que solemos descontextualizarlos. Como mujeres, Dios nos llama a vivir una vida que maneja Su palabra con precisión. Necesitamos la revelación de Dios por medio de ella para conocer sobre Su carácter, atributos, y poder así comprender los tiempos en que vivimos y también los que han de venir.


«Miren que nadie los haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo. Porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en Él, y ustedes han sido hechos completos en Él, que es la cabeza sobre todo poder y autoridad». (Colosenses 2:8-10 NBLA)


Debemos reconocer que toda la plenitud de Dios se encuentra únicamente en Cristo Jesús, y no en las vanas palabrerías o filosofías que el sistema ofrece.


«Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios». (Colosenses 3:2-3 NBLA)


La Palabra de Dios nos dice que los cristianos vivimos como peregrinos y que estamos solo de paso en esta tierra. Sin embargo, mientras estamos aquí, debemos encontrar el balance para saber vivir con los pies en la tierra, pero con la mirada fija en el Cielo. Así como Vaughan escribió: No todas las ‘cosas terrenales’ son malas, pero algunas sí lo son. Aún aquellas cosas que en sí mismas no causan daño, se convierten en dañinas si se les permite que tomen el lugar que debiera estar reservado para las cosas de arriba.


Esto es justamente lo que hacemos muchas veces. Dejamos a un lado lo más importante de la vida de todo creyente: el Evangelio de Jesucristo. No debemos perder de vista que gracias a lo que Jesús conquistó con Su obra en la Cruz, podemos tener la plena certeza de que antes de ser mujeres, somos hijas de Dios. Somos más que el estereotipo que el sistema pone a nuestra disposición.


Aprender cada rol que Dios nos manda a ejercer no es un llamado a señalizar o satanizar. En cambio, cada uno de estos le glorifica y le trae honra, cuando reconocemos siempre que el centro de todo y lo más importante es el Evangelio y Su Palabra.


Estar saturadas del Evangelio y Su palabra nos llevará a comprender cada vez más acerca de nuestra identidad como hijas.


¿Qué necesitamos?


1. Conocer con precisión la Palabra (II Tim 2:15). «Y comenzó a hablar abiertamente en la sinagoga. Pero cuando Priscila y Aquila lo oyeron, lo llevaron aparte y le explicaron con mayor exactitud el camino de Dios». (Hebreos 18:26 NBLA). En este pasaje vemos un claro ejemplo donde ambos personajes (Priscila y Aquila, una pareja de esposos) le explicaron con exactitud de qué trataba el Evangelio a Apolo, un predicador de la Palabra. Esto significa que Priscila tuvo que conocer primero las Escrituras, y que las comprendía con precisión.

2. Feminidad Bíblica no solamente les corresponde a las mujeres casadas y con hijos; debemos servir a los demás porque fuimos creadas a Su imagen, mostrando así al mundo que nos rodea cómo es nuestro Señor. «Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar Su vida en rescate por muchos». (Marcos 10:45 NBLA).


3. La iglesia necesita a mujeres enseñando a mujeres, siendo intencionales en crear comunidad, y no solamente vivir una iglesia digital. Necesitamos crear vínculos, conocer la vulnerabilidad de nuestro prójimo y darle ánimo. «El hierro con hierro se afila, Y un hombre aguza a otro». (Proverbios 27:17 NBLA)


De esto se trata la feminidad Bíblica, de llevar las características femeninas que Dios describe en Su Palabra junto a Sus atributos, y llevar ese carácter forjado a los distintos ambientes en que nos desenvolvemos: la universidad, al trabajo, con la familia, en un noviazgo, etc. Donde sea que nos encontremos, reflejar la imagen de Cristo.


«Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón».

2 Corintios 3:2-4 (RVR60)




Referencia:
RODRÍGUEZ, J. (2013). ¿Qué es eso   de complementarianismo? Coalición por El Evangelio.


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