Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
Proverbios 4:23 RVR1960
De tú vida, ¿Qué es lo que mejor guardas?, ¿Qué es lo que con recelo proteges? Salomón va directo al asunto: sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón. Hemos leído cómo es que del corazón provienen todos los malos deseos (Mateo 15:14-19), sin embargo, Salomón está hablando del corazón, en este verso, de otra forma. Unas líneas atrás, en los versículos 20 y 21 del mismo capítulo dice así:
Hijo mío, presta atención a mis palabras;
Inclina tu oído para escuchar mis razones.
No las pierdas de vista;
guárdalas en lo más profundo de tu corazón.
Es necesario que guardemos el corazón, no porque es confiable o porque debamos descansar en él, sino que este es el lugar (corazón) donde debe guardarse la palabra de Dios, sus mandamientos y estatutos, su ley.
En la Biblia, encontramos un sinnúmero de referencias que nos mandan a guardar la Palabra en nuestro corazón (Deuteronomio 6:6, 8:2, 30:10; Salmo 119:9, 11, 56). Esta es una necesidad, ¡rendir nuestro corazón a la Palabra, a las palabras vivas, del Dios vivo! Así que cultivar un corazón atento y apresto a las palabras de Dios está implicado en la acción de guardarlo.
Ante la mirada del nuevo pacto, cada uno de nosotros ha recibido un corazón nuevo (Ezequiel 36:26). A diferencia de nuestro viejo corazón, manchado y lleno de pecado, este nuevo corazón, que late bajo la gracia, es necesario cuidarlo y llenarlo de la única fuente de sabiduría: la Palabra de Dios.
Les daré un corazón nuevo, y pondré en ustedes un espíritu nuevo; les quitaré el corazón de piedra que ahora tienen, y les daré un corazón sensible. Pondré en ustedes mi espíritu, y haré que cumplan mis estatutos, y que obedezcan y pongan en práctica mis preceptos.
Ezequiel 36:26-27 RVC
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