«pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengan vida en Su nombre».
Juan 20:31 NBLA
(Basado en Juan 21. Adaptación de El Unigénito Hijo de Dios, p.22)
Jesús seguía manifestándose milagrosamente a Sus discípulos después de haber resucitado. Por tercera vez, se les apareció a siete de ellos mientras estaban de pesca. Claramente, Jesús sabía que necesitaban ayuda después de pasar toda una noche sin pescar nada. Él les demostró Su gran amor una vez más, proveyéndoles de una pesca milagrosa. Y no solo eso, les tenía preparada las brasas puestas para el pescado, juntamente con pan y les dio de comer. Ellos reconocían que era Jesús resucitado, Dios mismo, teniendo cuidado de ellos en ese momento. ¿Puedes imaginarte?
Además de eso, les afirmaba cuál era su propósito en la tierra: seguirle, pastorear a Sus ovejas. Cuando Jesús interroga a Pedro, le pregunta hasta tres veces si lo amaba. La respuesta de Pedro, el mismo que antes lo había negado tres veces, ahora le afirmaba también tres veces que lo amaba, y estaba dispuesto a seguirle.
Y es que, así de sorprendente e increíble es el amor de nuestro Señor. Aún con nuestras incapacidades, fallas, defectos y vergüenzas; Jesús nos busca, nos encuentra y nos elige para seguirle y glorificarle. Él no busca a los capacitados, solamente espera un corazón dispuesto, que puedes tener por seguro, será capacitado mientras le sigue.
Cuando seguimos a Jesús debemos tener muy claro esto: No se trata de mí y de mi insuficiencia. Se trata de Jesús y Su obra, eso es suficiente.
Jesús da propósito a cada creyente que decide ser su discípulo en esta tierra. Y no debemos comparar el nuestro con el de otro cristiano, así como Pedro intentaba hacerlo con Juan. Jesús le profetizó a Pedro que moriría como consecuencia de seguirle (Jn 21:18-19), y Su respuesta a él cuando le preguntó sobre el destino de Juan, siempre me impacta: «Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú» (Jn 21:22).
Él tiene un plan único y especial para cada uno, pero siempre con el mismo propósito: glorificar Su nombre al seguir Sus pasos. Y sí, ese propósito es más valioso que nuestras propias vidas, como bien lo expresa el apóstol Pablo:
«No me importa cuánto haya de sufrir ni trato de salvar mi vida. Lo único que me importa es terminar con gozo mi carrera y la tarea que me señaló el Señor Jesús: dar testimonio del inmenso amor de Dios».
Hechos 20:24 NBV
Nunca terminaremos de conocer y comprender a Jesús completamente, hasta que Él regrese y se manifieste en Gloria. Pero, lo que Él ha revelado en Su Palabra es todo lo que ahora necesitamos para cumplir nuestro propósito mientras le esperamos.
«Y hay también muchas otras cosas que Jesús hizo, que si se escribieran en detalle, pienso que ni aun el mundo mismo podría contener los libros que se escribirían».
Juan 21:25 NBLA
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