Es una frase secular muy popular, y que, al exponerla a la luz de la Palabra de Dios, comprobamos su veracidad. Jesús nos enseña al respecto en una de sus parábolas, veamos Lucas 6:43-45 (RVC):
Ningún árbol bueno produce frutos malos, ni tampoco un árbol malo produce frutos buenos. Porque cada árbol se conoce por su fruto. No se cortan higos de los espinos, ni se vendimian uvas de las zarzas. El hombre bueno, saca lo bueno del buen tesoro de su corazón. El hombre malo, saca lo malo del mal tesoro de su corazón; porque de la abundancia del corazón habla la boca.
A través de esta enseñanza, Jesús nos da a conocer el origen de lo que exteriorizamos como actitudes, comportamientos y palabras, y que al final puede resultar en bendición o maldición a nosotros mismos y a otros. Para Dios, nuestro corazón es muy importante, en toda la Palabra de Dios, Él nos enfatiza la importancia de cuidar de él.
Vigila atentamente tu interior, pues de él brotan fuentes de vida.
Proverbios 4:23 (BPL)
Nuestro interior o corazón en la Biblia, se refiere a la mente, los pensamientos, los sentimientos y al intelecto en general. El Señor nos extiende la invitación a entregarle todo esto, y a ser transformados por medio de Su Palabra a medida que tenemos comunión con Él (Romanos 12:2).
Si nuestro deseo es reflejar a Cristo en nuestras vidas, buscaremos llenarnos constantemente de Él, y a medida que esto suceda, lo que emana de nuestro corazón, será el reflejo de Cristo.
Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.
Juan 3:30 RVR60
Es por esto, que es necesario permanecer en comunión con Dios, fortaleciéndonos en Él a través del estudio de Su Palabra, la oración y la comunión con otros. Él es la vid y nosotros debemos estar unidos a Él para darle gloria a través de todo lo que hagamos en la tierra, reconociendo que sin Él nada podemos hacer.
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
Juan 15:5 RVR60
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