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Foto del escritorAndrea Moreno

Transformados por Su gloria

«Así que todos nosotros, con el rostro descubierto, reflejamos la gloria del Señor como si fuéramos espejos. Y el Espíritu del Señor nos va transformando de gloria en gloria, y cada vez nos parecemos más a él».

2 Corintios 3:18 NTV


Teniendo bien en claro que nuestro propósito consiste en glorificar a Dios, y que se ha hecho posible ver y contemplar Su gloria a través de la obra de Jesucristo en la cruz del calvario; podemos ahora comprender la manera en que somos transformados de gloria en gloria; es decir, la manera en que dejamos nuestra antigua manera de vivir y luchamos contra nuestra naturaleza pecaminosa para ser cada vez más parecidos a Jesús y cumplir así nuestro propósito (Ef 4:22-24).


Para ello, leeremos acerca de un personaje bíblico del Antiguo Testamento que pudo tener ese encuentro con la gloria de Dios, y cuya vida es un gran ejemplo de transformación.


Él es Moisés, el líder y profeta que guio al pueblo de Israel hacia la tierra prometida desde que fueron liberados de la esclavitud en Egipto. Moisés era quien se comunicaba con Dios y se encargaba de transmitir Sus mensajes al resto del pueblo, esa era la tarea de un profeta.


En una ocasión, el pueblo de Israel desobedeció uno de los mandatos de Dios, y sucumbieron a la idolatría de otros dioses (Ex 32). Esto enfureció a Moisés, y por supuesto, también a Dios. Así que Moisés intercedió a Jehová para que Su ira no se encendiera en contra de ellos, y Él respondió misericordiosamente ante esta petición hiriendo solamente a una buena parte del pueblo, pero no a todos.


Es en este contexto, y después de esta lamentable experiencia que nuestro personaje Moisés pidió y rogó desesperadamente a Dios para que le mostrara Sus caminos y Su gloria. ¿Por qué pediría algo así? Podemos deducir que Moisés quería hacer todo lo posible por evitar otra experiencia similar a la sucedida, y rogaba a Dios que le revelara más de Su gloria, y que Su presencia no se apartara nunca de entre todos ellos. ¡Qué intenciones tan puras las del corazón de Moisés! Por esta razón, podemos leer en la siguiente conversación entre ellos, que Dios se agradó mucho de la actitud de Moisés. Él comienza clamando a Dios de la siguiente manera (Ex 33:13, 16-19 NBLA):

«Ahora pues, si he hallado gracia ante Tus ojos, te ruego que me hagas conocer Tus caminos para que yo te conozca y halle gracia ante Tus ojos. Considera también que esta nación es Tu pueblo. ¿Pues en qué se conocerá que he hallado gracia ante Tus ojos, yo y Tu pueblo? ¿No es acaso en que Tú vayas con nosotros, para que nosotros, yo y Tu pueblo, nos distingamos de todos los demás pueblos que están sobre la superficie de la tierra?
Y el Señor respondió a Moisés: “También haré esto que has hablado, por cuanto has hallado gracia ante Mis ojos y te he conocido por tu nombre”.
Entonces Moisés dijo: “Te ruego que me muestres Tu gloria”. Y el Señor respondió: “Yo haré pasar toda Mi bondad delante de ti, y proclamaré el nombre del Señor delante de ti…”».

Podemos destacar dos puntos importantes de esa conversación:

  1. Moisés tenía un corazón humilde y sediento por Dios

  2. Dios muestra Su gloria al revelar más de Su carácter


Básicamente, podemos resumir que esa es la manera en la que podemos ser transformados por la gloria de Dios. Es importante saber que Moisés ya había recibido cierta revelación de la gloria de Dios desde el momento en que tuvo un encuentro con la zarza ardiente (Ex 3), y también en el monte Sinaí (Ex 16:10, 24:16-17). Es decir que, Moisés ya había visto algo de la gloria de Dios, pero él deseaba más. Moisés deseaba genuinamente glorificarle. Por esta razón, Dios honró y cumplió su deseo.


Nosotros podemos adoptar también esa misma actitud e imitar el gran ejemplo de Moisés al mantenernos sedientos por Dios y Su Palabra. Al no conformarnos con esa primera experiencia que pudimos tener con Dios, sino clamando a Él por más, incluso cuando pasamos por momentos de prueba o por momentos de desierto. Ciertamente, este es el tipo de peticiones que están conforme a Su voluntad, y que Él siempre responderá cuando sean hechas con un corazón sincero (1 Jn 5:14-15). Él ha prometido dar al Espíritu Santo a todo aquel que simplemente lo pida, y es Él quien se encarga de obrar en nosotros «el querer como el hacer» para Su buena voluntad (Lc 11:13, Fil 2:13).


Y ahora, ¿De qué maneras específicamente Dios nos revelará más de Él y de Su gloria? Tal vez, ya no sea como lo hizo con Moisés, cuando descendió en una nube e hizo una especie de performance proclamando delante de él todos Sus atributos (Ex 34:5-7). ¡Tuvo que haber sido muy interesante e impactante! Pero, podemos tener por seguro que Su deseo por revelar Su verdadero carácter y naturaleza sigue siendo el mismo. Así que Dios puede manifestarse a tu vida a través de diferentes circunstancias, incluso de pruebas y tormentas; pero la forma más clara en la que Él se revela a Sus hijos es, a través de Su Palabra.


Como leímos en el artículo anterior, la gloria de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1:14). Jesús, la Palabra misma, era la gloria de Dios habitando entre los hombres. Y cada una de las páginas de la Biblia nos hablan de Él; nos revelan quién es y cómo es Su Persona, cómo actúa, qué es lo que piensa y qué desea. ¡Nos revela Su voluntad! Cuando nos encontramos cara a cara con la Palabra de Dios, con un corazón sediento y enseñable, Cristo nos es revelado y el Espíritu Santo obra en nuestro interior, y poco a poco vamos siendo transformados.


Claramente, muchas veces no es nada fácil entenderla, pero es ahí donde la actitud y la posición de nuestro corazón hace una gran diferencia. Pues si venimos con un corazón sincero y hambriento por conocerle, aparte de que podemos acudir a la ayuda del Espíritu Santo para que ilumine nuestro entendimiento; podremos optar también por otros medios que están fácilmente a nuestro alcance para profundizar en nuestro estudio. Por ejemplo, acudir a comentarios bíblicos, videos explicativos, o pedir ayuda a alguien con mayor conocimiento para que pueda ayudarte en tu comprensión y estudio de la Palabra, y entre muchas más opciones.


Te animo a que hoy puedas hacer una sencilla, pero sincera oración pidiéndole a Dios hambre y sed por Él y Su Palabra, para profundizar aún más en ella y puedas ser transformado cada vez más por Su gloria. Realmente, Dios sólo desea nuestro corazón, y comprende más que nosotros mismos que le necesitamos aún para aprender a amarle.


«Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón».

Jeremías 29:13 NBLA



Viniste a habitar

A vivir entre nosotros

Sintiendo el dolor, de la humanidad

Y a llevarnos más alto

Vamos de gloria, en gloria, en gloria

Jamás seré igual



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