Piensa cuando convives con una persona agradable, ríen, tienen recuerdos y conversan de la vida, ¿Qué tienen de especial esos momentos? Ambos se conocen, sus gustos y disgustos, hay una relación. Ahora pensemos, ¿Cómo te acercas a esa persona? Puede ser con amabilidad, sinceridad, escuchando pacientemente o quizá con un ligero toque soberbia, pensando que ya sabes qué te contará y mostrando desinterés.
Me he gozado en el camino de tus testimonios,
Más que de toda riqueza.
Salmo 119:14 RVR60
¿Cómo te acercarías a la palabra de Dios? Recuerda la Ley nos muestra la necesidad de salvación, pero su gracia la provee. ¿Has escuchado la frase “el orar es como tú hablas con Dios, el leer su palabra es como Dios habla contigo”? Jesús mismo dijo:
Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece
que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;
y no queréis venir a mí para que tengáis vida.
Juan 5:39-40 RVR1960
¿Cuál es la necesidad de saber qué contiene la Palabra? A través de ella conocemos a Dios, Su carácter y la obra redentora de Cristo o encontrarnos a nosotros mismos dentro de la escritura. Ante todo, debemos buscar las escrituras con humildad, abrazando con necesidad el evangelio y reconociendo nuestra condición caída.
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos;
Y ve si hay en mí camino de perversidad,
Y guíame en el camino eterno.
Salmo 119:23-24 RVR1960
¿Por qué es preciso reconocer este versículo? Porque nuestro corazón es engañoso más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá? (Jeremías 17:9). Siempre tomados de la mano de Su gracia, la Palabra es un regalo indescriptible para nosotros como pecadores.
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo,
mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne,
lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó
y se entregó a sí mismo por mí.
No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia,
entonces por demás murió Cristo.
Gálatas 2:20-21 RVR60
Cómo no acercarnos a las Escrituras, si tanto Antiguo como Nuevo Testamento, nos muestran la gloria de Dios, Su carácter, Su plan, Su propósito, e incluso el nuestro. Toda la palabra habla de la gran historia de redención. Cuando Cristo tomó a Pedro, Jacobo y Juan para que le acompañase al monte de la transfiguración, esto no se centró en ellos. En ese momento nos muestra a Cristo como el Hijo amado, piensa en cómo esto impactó a estos tres testigos. En el tabernáculo, Dios habló a Moisés y mostró el plan de redención antes de ser consumado. Ese momento no se centra en Moisés y cómo él fue usado, al contrario se centra en el carácter poderoso, justo y misericordioso de Dios.
En la historia de Sadrac, Mesac y Abed-Nego en el horno de fuego, el rey Nabuconodosor vio a cuatro hombres paseándose en medio del fuego sin sufrir ningún daño, pero el cuarto hombre se describe como con un aspecto semejante a hijo de los dioses (Daniel 3:25). Ese momento no se centra en estos personajes, sino que nos muestra el poder y fidelidad de Dios.
Escudriñando las Escrituras es como conoceremos quién es Dios, sus atributos, su carácter y sólo entonces encontraremos el sentido a muchas cosas a nuestro alrededor, porque es necesario que mengüen para que Él crezca (Juan 3:30). Necesitamos orar la Biblia, leerla y estudiarla en su contexto. Un momento de intimidad leyendo las escrituras nos permitirá conocer a Dios por medio de Cristo y el poder del Espíritu Santo.
En tus mandamientos meditaré;
Consideraré tus caminos.
Me regocijaré en tus estatutos;
No me olvidaré de tus palabras.
Salmo 119:15-16 RVC
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