«Sorry» es el título de un cortometraje que, en tan solo 1 minuto con 58 segundos, es capaz de conmover profundamente el corazón de cualquier persona que vea este pequeño film. Te animo a que puedas ir a verlo. Por ahora, sólo quisiera compartir a través de algunos puntos, el gran mensaje que podemos aprender de este relato.
Todo comienza en un centro comercial como escenario social, y con un ascensor que se encuentra con su capacidad al límite y que está a punto de cerrarse. Hasta que, un adolescente ensimismado en su celular se da cuenta de que la puerta se está cerrando, así que se abalanza interponiéndose a la acción mecánica de cerrarse, y se filtra como último usuario. Sin embargo, la puerta ya no se cierra debido a él. El ascensor no arranca y se activa en la pequeña pantalla la señal de «overload» (que significa: por encima de la capacidad) y la alarma empieza a sonar insistentemente. El adolescente aparentando concentración en su celular se hace el desentendido, y el resto de los pasajeros también lo hacen. Nadie hace nada. Cada uno, a su manera, expresa su indiferencia. Los segundos pasan y el ambiente se vuelve angustiante. Hasta que, alguien finalmente decide hacer algo y llevar a cabo la única solución: salirse del ascensor para que este pueda finalmente avanzar.
Y es así como de repente, se observa a una niña que decide tomar la iniciativa, y hacer lo que nadie más quiso hacer. Desde el fondo del concurrido ascensor, ella emprende sus pasos para abandonar el lugar. Todos disimulan mientras ella muy lentamente deja el elevador, hasta que se dan cuenta de su condición de discapacidad.
Ella llevaba muletas para poder caminar.
La señal de «overload» desaparece, la alarma se silencia, y antes de que la puerta cerrara completamente, la niña de las muletas una vez estando fuera, vuelve su vista al ascensor, y en su mirada se expresa una actitud humana. Una que nadie más pudo ser capaz de reflejar.
¿Cuál es el gran mensaje que los cristianos podemos aprender de este corto relato?
1.
Hemos sido llamados a hacer la diferencia, no con grandes actos heroicos, no con acciones que sobrepasarían nuestra capacidad, ni con hazañas que serían casi imposibles de realizar; sino que hemos sido llamados a hacer una pequeña gran diferencia, con simples actos de amor. Como bien lo dijo la Madre Teresa de Calcuta: «No siempre podemos hacer grandes cosas, pero sí cosas pequeñas con un gran amor».
Y claramente, no estamos hablando de la falsa idea y definición que el mundo tiene del amor. Estamos hablando del verdadero amor demostrado por Dios para nosotros, en Cristo Jesús.
«La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y, al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!».
Filipenses 2:5-8 NVI
Amar como Jesús ama, es lo que realmente hace la diferencia en un mundo donde predomina de todo, menos amor verdadero. Amar como Jesús requerirá de morir a todo aquello que el ser humano tiene por más alta estima: el egocentrismo, el orgullo, la autosatisfacción personal, la aprobación humana; y tantas otras cosas con las que, debido a nuestra naturaleza pecaminosa, tenemos que luchar y hacer menguar. «¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!» (1 Co 15:57 NVI)
2.
En el relato del cortometraje, leímos al final que la niña de las muletas fue la única capaz de reflejar una actitud humana. Pero en realidad, ella también fue la única capaz de reflejar a Jesús. Una actitud humana correcta, siempre será una actitud como la de Él. Puesto que, Jesús es la imagen del varón perfecto, del humano perfecto, del único ser humano sin pecado e imperfección. Y nosotros como cristianos y seguidores de Cristo, hemos sido llamados a ser imitadores de Él.
No existe un llamado más grande, más glorioso, que el llamado de ser como Jesús.
«De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo»
Efesios 4:13 NVI
3.
Finalmente, la última gran lección que aprendemos de este pequeño relato es: No sólo es el egoísmo lo que más resalta en este cortometraje, es la inacción del grupo.
Muchas veces, no hacer nada, es peor que actuar con egoísmo. La indiferencia es la vía más fácil ante una situación que no solo demanda morir al egocentrismo, sino que también demanda a tomar acción. Lamentablemente, ante situaciones que requieren acciones valientes para solucionar un problema, es demasiado común pensamientos como: «si nadie hace nada, pues yo tampoco, ¿por qué tendría que hacerlo yo?»
Indudablemente, vivimos en un mundo que necesita personas que estén dispuestas a hacer lo que nadie más quiere hacer. Eso es lo que hace la diferencia. Eso es lo que hizo Jesús.
Te invito a meditar en esto y a plantearte las siguientes preguntas:
¿He sido indiferente ante alguna situación que demanda una acción de mi parte?
¿Estoy actuando con una actitud autosuficiente e ignorando el ejemplo de Jesús?
En el lugar donde Dios me ha puesto hoy, ¿Cómo puedo reflejar el amor verdadero de Jesús?
Piénsalo…
«Jesús siempre ha hecho pequeñas cosas para hacer una gran diferencia».
—Christine Caine
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